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Instituto Watson de Asuntos Internacionales y Públicos
La London School of Economics and Political Science (LSE) estudia las ciencias sociales en su sentido más amplio, con un perfil académico que abarca una gran variedad de disciplinas, desde la economía, la política y el derecho, hasta la sociología, los sistemas de información y la contabilidad y las finanzas.
Fundada en 1895 por Beatrice y Sidney Webb, la Escuela goza de una extraordinaria reputación de excelencia académica y es una de las universidades más internacionales del mundo. Su estudio de los problemas sociales, económicos y políticos se centra en las diferentes perspectivas y experiencias de la mayoría de los países. Desde su fundación, la LSE ha pretendido ser un laboratorio de las ciencias sociales, un lugar donde se desarrollan, analizan, evalúan y difunden ideas en todo el mundo. Hasta la fecha, 16 ganadores del premio Nobel han sido personal o ex alumnos de la LSE y 34 líderes mundiales pasados o presentes han estudiado o enseñado en la LSE.
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On April 8, 1776, the Georgia Provincial Congress issued a constitutional document that served as an interim constitution until the adoption of the Constitution of 1777. The British occupied most of Georgia from 1780 until shortly before the official end of the American Revolution in 1783.
At the time of European colonization of America, the Cherokee, Yamasi, and Hitchiti peoples lived throughout Georgia. Closer to the coasts there were Muskogean tribal groups mostly divided between the Guale and Timucua. The name Appalachia comes from their languages, and, specifically, from a Timucua group from northern Florida called the Apalache.
English settlement began in the early 1730s, when James Oglethorpe, a member of Parliament, proposed that the area be settled by England’s «worthy poor» to provide an alternative to debtors’ prisons. Oglethorpe and other English philanthropists secured a royal charter as the trustees of the colony of Georgia on June 9, 1732. With the motto, «Not for ourselves, but for others,» the trustees chose settlers for Georgia.
Guerra contra el terrorismo en Afganistán
Hay poco que mostrar. Los talibanes controlan gran parte del país. Afganistán sigue siendo una de las mayores fuentes de refugiados y migrantes del mundo. Han muerto más de 2.400 soldados estadounidenses y más de 38.000 civiles afganos.
Sin embargo, la vida ha mejorado, especialmente en las ciudades del país, donde las oportunidades de educación han aumentado. Ahora hay muchas más niñas en la escuela. Y se han creado instituciones democráticas, aunque, en el mejor de los casos, son inestables.
Cuando el presidente George W. Bush anunció la primera acción militar en Afganistán tras los ataques terroristas de Al Qaeda en 2001, dijo que el objetivo era desbaratar las operaciones terroristas y atacar a los talibanes.
Dieciocho años después, los talibanes se hacen cada vez más fuertes. Matan a miembros de las fuerzas de seguridad afganas -a veces cientos en una semana- y derrotan a las fuerzas gubernamentales en casi todos los enfrentamientos importantes, excepto cuando se utiliza un importante apoyo aéreo estadounidense contra ellos.
La mayor parte del dinero detallado en esos desgloses -alrededor del 60 por ciento cada año- se destinó a cosas como entrenamiento, combustible, vehículos blindados e instalaciones. El transporte, como el aéreo y el marítimo, se llevó un 8%, es decir, entre 3.000 y 4.000 millones de dólares al año.
Los gastos de Estados Unidos en Afganistán
¿Qué es el fascismo y qué es el populismo? ¿Cuáles son sus conexiones en la historia y la teoría, y cómo deberíamos abordar sus significativas diferencias? ¿Qué significa que los expertos llamen fascista a Donald Trump, o que califiquen de populistas a políticos que abarcan la izquierda y la derecha, como Hugo Chávez, Juan Perón, Rodrigo Duterte y Marine Le Pen? Federico Finchelstein, uno de los principales estudiosos de las ideologías fascistas y populistas, sintetiza su historia para responder a estas preguntas y ofrecer una perspectiva reflexiva sobre cómo podríamos aplicar los conceptos en la actualidad. Aunque pertenecen a la misma historia y a menudo se confunden, el fascismo y el populismo representan en realidad trayectorias políticas distintas. Basándose en un amplio registro del fascismo transnacional y de los movimientos populistas de posguerra, Finchelstein nos ofrece nuevas y perspicaces formas de pensar sobre el estado de la democracia y la cultura política a escala mundial. Esta nueva edición incluye un prefacio actualizado que pone el libro al día, a mitad de camino de la presidencia de Trump y la elección de Jair Bolsonaro en Brasil.